Enseñar al niño o niña a ayudar en las tareas domésticas es tan importante como enseñarle a caminar o hablar. Cada miembro de la familia debe participar en las tareas de la casa y los niños deben aprender que ayudar al padre y la madre hace parte de su rutina diaria. Así, se consiguen muchos beneficios: más tiempo libre para disfrutar individualmente o en familia, para descansar, se alivian tensiones y sobrecargas, todos aprenden a ser responsables, fomenta cierta disciplina que mejora la conviviencia en el hogar.... Es importante concienciarles de que forman un equipo.
Y ahora que están de vacaciones y pasamos más tiempo con ellos podemos reforzar estos aspectos,
Mucha paciencia
Seguro que al principio, las tareas realizadas por el niño nos entorpecen más que nos ayudan, pero a la larga nuestra paciencia tendrá su recompensa. Si les decimos que nos estorban o les reñimos pronto renunciarán a realizar estas tareas. Por el contrario, aunque los niños suelen imitar todo lo que hacen sus padres, debemos explicarle en qué consiste el trabajo, enseñarle a hacerlo la primera vez, ayudarle o supervisarle las siguientes si es necesario y enseñarles posibles trucos.
Recompensar el esfuerzo
Es importante comenzar por tareas sencillas y gratificantes; demostrarle entusiasmo, elogiarle y valorar su ayuda para que se sienta bien, pero sin exageraciones. Seguro que le satisface sentirse competente y contribuir al bienestar de todos, y además es una forma de aumentar su autoestima. La dificultad se incrementará a medida que aumentan sus capacidades, pero seamos realistas con las expectativas y procuremos que al principio no manipule objetos frágiles o caros.
Grata compañía
Podemos designar un día concreto para realizar ciertas tareas o asignar una tarea diaria a cada niño, pero lo primordial es realizar las tareas todos juntos para que sean cooperativos cuando crezcan. El hecho de establecer un objetivo común hace más agradable el trabajo. Si hablamos, cantamos, escuchamos música o inventamos algún juego mientras que realizamos las tareas (por ej. terminar antes de que acabe la canción), el trabajo puede resultar más divertido y le transmitiremos una actitud positiva hacia él.
Cuando no colabora
No es de extrañar que en algún momento se niegue a ayudar, sobre todo si quiere ponernos a prueba. Se pueden utilizar razonamientos sencillos para que comprenda el por qué hay que realizar las cosas (“si los juguetes están por el suelo nos podemos tropezar o se pueden romper si los pisamos”, “si terminamos las tareas ahora, tendremos tiempo libre para jugar”, etc.). También sirve de ayuda ofrecerle alternativas (“hoy vamos a ordenar tu cuarto ¿quieres empezar por los cuentos de la estantería o vistiendo a los muñecos?”), utilizar juegos -como ya hemos comentado- (“fijar un tiempo para hacer algo con un cronometro”) o recurrir a la paciencia o el buen humor. No pedir realizar las tareas si hay barreras emocionales (enfado, rabia...). Primero hay que solucionar la situación.
Es de mucha utilidad crear un tablón con las diferentes tareas, incluso existe una aplicación gratuita (tablón supernanny).
Al final de la semana si se ha llegado al mínimo exigido se entregará un premio previamente escogido.O podemos elaborarlo nosotros mismos y pueden quedar cosas tan chulas como este :
Algunos cuentos y actividades que pueden ayudar...
Érase una vez una niña que vivía con sus padres y su mascota.
Un día al salir de casa, cerraron la puerta de la calle y la televisión empezó a hablarle a las estanterías del salón.
—¡Qué aburrimiento! A mí me tienen todo el día encendida —dijo la televisión.
—Pues tú no te quejes —dijo la estantería—. A mí me tienen llena de libros y nunca me quitan el peso de encima.
—Pues anda que a mí —dijo el sofá—. Yo tengo que estar aguantando su peso y sus brazos.
—Yo, que soy una mantita, tengo todo el día al perro encima.
—Y nosotros tenemos que estar siempre una encima de la otra —dijeron las cintas de vídeo.
-Pues yo tengo que estar soportando a la señora televisión que siempre se calienta y hace mucho ruido —dijo la estantería de la televisión.
El frigorífico dijo:
—Yo tengo que estar abriendo y cerrando todo el día la puerta y se me escapa el frío.
En fin, nadie estaba contento con su papel en la casa. Así que decidieron cambiar sus puestos, el sofá quería ser la nevera y se puso encima toda la comida; las tres estanterías de libros querían ser cada una un sofá y se tumbaron en el suelo.
La estantería de la televisión quería ser la cama del perro; la televisión quería ser la estantería de los libros y se puso todos los libros encima; las cintas de vídeo se metieron en la nevera y la manta del perro que quería ser cuadro se puso en la pared.
Cuando llegó la familia a su casa se encontraron todo patas arriba y se pusieron a chillar :
—¡Qué escándalo es este!, ¿quien ha hecho todo esto?
La familia salió horrorizada de la casa y llamaron por teléfono desde una cabina a la policía. Cuando llegó la policía y entraron con la familia a la casa, se encontraron todos los muebles en su sitio. La policía regañó a la familia diciendo:
—La policía no tiene tiempo para bromitas.
La familia se quedó alucinada. Al día siguiente, pasó exactamente igual, todos los muebles de la casa habían cambiado de sitio y su trabajo era otro. Al tercer día, cuando se iban a ir, la madre fue la última en salir. Cerró la puerta de un portazo y se quedó dentro de la casa. Vio como los muebles se ponían a hablar, pero antes de que pudieran moverse de su sitio, dijo:
—¡Quietos, que nadie se mueva!
Los muebles se quedaron asombrados, los habían pillado.
—Quiero hablar con vosotros un momento, antes de que hagáis el loco —dijo la madre—. ¿Porque todos los días os cambias vuestros puestos?
Contestaron los muebles
—Es un rollo estar haciendo todos los días lo mismo.
Pero la madre les dijo:
—Para eso estáis hechos.
—Pero vosotros nos tratáis muy mal —dijeron los muebles—. Así que no os haremos caso y todos los días estaremos haciendo lo mismo, hasta que aprendáis que a las cosas, por muy inútiles que sean, siempre tienen un corazón.
La madre les pidió perdón e hicieron un acuerdo:
—Desde este momento el perro, mi hija, mi marido y yo os trataremos con cuidado y cariño.
Y así cuando los muebles vieron que no les trataban con indiferencia decidieron estar en paz y ser todos felices.
FIN
Otra actividad interactiva sobre las tareas del hogar, en este caso “Pelayo y su pandilla” nos ayudan a entender como toda la familia debe colaborar en las diferentes tareas y de paso aprenderemos conceptos, números, haremos puzles…
UNA FELIZ CATÁSTROFE
Un cuento de Adela Turín y Nella Bosni. Editorial lumen. Es muy apropiado para concienciar a los niños y niñas de la importancia que tiene la colaboración de toda la familia en las tareas domésticas.
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